1.- La instalación de monumentos públicos, placas y estelas (que evocan temas religiosos, políticos, sucesos, personajes) que una comunidad o grupo de poder desea reconocer y perpetuar en la memoria social es una acción humana presente en todas las culturas.

2.- La decisión de qué se recuerda y olvida en una sociedad es un proceso complejo y dinámico donde los grupos de poder y los vencedores imponen mientras dura su hegemonía, quedando la historia de los vencidos en la memoria colectiva dependiendo su vigor de la capacidad de trasmitirla a las nuevas generaciones y de los testimonios físicos que queden de ella.

3.- La destrucción de tales monumentos públicos es algo común en la historia humana producto siempre de las conquistas territoriales, la dominación de un pueblo sobre otro y los procesos revolucionarios al interior de una sociedad. Ejemplos de ello se encuentran desde tiempos remotos en culturas con algún tipo de registro o ágrafas. En el último milenio hay ejemplos dramáticos en todos los continentes y son relevantes los casos de la conquista de América, la Revolución Norteamericana, la Revolución Francesa, la Revolución Rusa, la Segunda Guerra Mundial, el derrumbe de la Unión Soviética, las guerras del Medio Oriente, etc.

4.- La instalación de los monumentos públicos es una acción reglamentada desde la antigüedad clásica en occidente y dictaminada por la autoridad a través de disposiciones legales o por la autoridad en el poder, sea religiosa, militar o civil. En el caso chileno, heredero de dichas tradiciones se encuentran disposiciones en todas las constituciones que nos han regido bajo el concepto “honores a los servidores públicos”, que son las primeras normas de carácter patrimonial que se encuentran en dichos instrumentos jurídicos que se enmarcan en la trasmisión de la historia oficial y que son siempre impulsadas por determinados grupos de interés, muchas veces en oposición unos con otros.

5.- La historia republicana de Chile está plagada de ejemplos de instalación, retiro, movimiento o destrucción de tales monumentos públicos y placas históricas. En mi tesis doctoral doy varios ejemplos de ello que demuestran la memoria controversial que cada generación crea, recrea y destruye. En la revolución de la independencia de Chile hay casos notables de la primera identificación de los patriotas con el mundo mapuche expresada en los símbolos nacionales, que al cabo de dos generaciones es olvidada y transformada en el indígena salvaje que debía ser conquistado y asimilado.

6.- En el caso de la Plaza Italia y el Monumento a Baquedano el tema fundamental no es tanto el monumento como la centralidad urbana, su visibilidad y condiciones que ofrece para la concentración de masas que ese espacio ha tenido en las últimas décadas. No obstante, el monumento a Baquedano, por su carácter militar y la historia reciente de Chile, lo transforma simbólicamente en la imagen del “Estado que Abusa” de la ciudadanía para determinados sectores de la sociedad.

7.- El retiro de la estatua de Baquedano tiene varias lecturas, pero en lo esencial es una acción política. Su regreso o no es algo que será un tema importante para el próximo gobierno, el cual no podrá abstenerse de la participación ciudadana del destino de ese espacio, que ya adquirió un importante simbolismo con el concepto de “Dignidad y Lucha Social por un Chile Diferente y más Justo”. 

8.- En mi opinión, el Colegio de Arquitectos debe ponerse al servicio de esa profunda reflexión ciudadana y ser parte activa del conjunto de fuerzas sociales que va a deliberar y luchar por ese espacio y cómo debe ser recordado, con un proyecto urbano inteligente que refleje no sólo la historia reciente si no también la posibilidad de un Chile que es capaz de resolver sus profundas diferencias en paz, que es el deseo de la mayoría, más allá de los actos vandálicos, que deben ser censurados pero analizados en su origen, para que no se repitan. Proponer ideas, proyectos y un proceso, que incorpore a la ciudadanía puede ser nuestro mejor aporte como profesionales del área patrimonial.

Ángel Cabeza Monteira, Arqueólogo, Dr. En Arquitectura y Patrimonio Ambiental. 

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