La Mina de Plata Huantajaya de Tarapacá, Chile. La Ruta de la Plata de los Andes Centrales del Sur y el Rescate de Antiguas Identidades Mineras y Tradiciones Artesanales en Plata.
Resumen
Este artículo presenta la primera etapa de un proyecto de investigación e intervención relacionado con Huantajaya, una antigua mina de plata prehispánica y colonial ubicada en el Desierto de Tarapacá, Chile; y cómo las comunidades locales están trabajando para rescatar los valores patrimoniales de este sitio y recuperar su importancia simbólica para la historia de la región y su población. En la mina de plata de Huantajaya se asentaron miles de personas de diferentes orígenes en condiciones extremadamente duras, las cuales crearon una parte esencial de la identidad cultural de Tarapacá, que fue la base de la industria del salitre en el siglo XIX que hizo famosa la región en el mundo. Hoy día el pueblo minero de Huantajaya ha desaparecido y sólo existen algunos restos arqueológicos, los piques de minas excavados en los cerros y la memoria de su pasado como una leyenda, junto con muchos archivos olvidados en España, Perú, Bolivia y Chile. A pesar de lo anterior, algunos de los habitantes locales quieren poner en valor este patrimonio y rescatar algunas de sus tradiciones para enriquecer su identidad cultural.
Abstract
This article presents the first stage of a research and intervention project related to the old prehispanic and colonial silver mine located in the Desert of Tarapacá, Chile, and how the local communities are working to rescue the heritage values of this site and recovering the symbolic importance for the history of the region and its population. In the silver mine of Huantajaya settled many thousand people from different origins in extremely hard conditions, who developed an essential part of the cultural identity of Tarapacá, that was the basis of the salt peter or nitrate mining industry of XIX century that make famous the region in the world. Nowadays the mining town disappeared and only exist some archaeological remains, mine shafts excavated in the hills and the memories of its past as a legend, together with many archives forgotten in Spain, Perú, Bolivia and Chile. Despite the above, some of the local population want to put in value this heritage and rescue some of its traditions to enrich their cultural identity.
La Mine d’Argent Huantajaya à Tarapaca, Chili: Conservation du Patrimoine, la Route de l’Argent dans le Centre Sud des Andes et le Sauvetage d’Anciennes Identités Minières et les Traditions de l’Artisanat d’Argent.
Résumé
Cet article présente la première étape d’un projet de recherche et d’intervention lié à l’ancienne mine d’argent préhispanique et coloniale située dans le désert de Tarapacá au Chili, et comment les communautés locales travaillent à sauver les valeurs patrimoniales de ce site et à retrouver une importance symbolique pour l’histoire de la région et de sa population. La mine d’argent de Huantajaya abritait des milliers de personnes d’origines différentes dans des conditions extrêmement difficiles, créant une partie essentielle de l’identité culturelle de Tarapacá, qui était à la base de l’industrie minière des salpêtres du XIXe siècle qui a rendu la région célèbre dans le monde. Aujourd’hui, le village minier de Huantajaya a disparu et il n’y a que quelques vestiges archéologiques, le brochet de mines creusées dans les collines et le souvenir de son passé de légende, ainsi que de nombreuses archives oubliées en Espagne, au Pérou, en Bolivie et au Chili. Malgré ce qui précède, certains habitants veulent valoriser ce patrimoine et sauver certaines de ses traditions pour enrichir son identité culturelle.
Die Huantajaya-Silbermine von Tarapaca, Chile: die Silber-Strecke in den Zentralen Südlichen Anden und die Rettung der Alten Bergbau-Identitäten und Traditionen von Handwerken in Silber.
Zusammenfassung
Dieser Artikel beschreibt die erste Phase eines Forschungs- und Interventionsprojekts im Zusammenhang mit der alten prähispanischen und kolonialen Silbermine in der Wüste von Tarapacá, Chile, und wie die lokalen Gemeinden daran arbeiten, die Werte des Kulturerbes dieser Stätte zu retten und die symbolische Bedeutung wiederherzustellen für die Geschichte der Region und ihrer Bevölkerung. In der Silbermine von Huantajaya siedelten sich unter extrem schwierigen Bedingungen viele tausend Menschen unterschiedlicher Herkunft an, die einen wesentlichen Teil der kulturellen Identität von Tarapacá entwickelten, die die Grundlage für den Salz- oder Nitratabbau des 19. Jahrhunderts bildete, der die Region berühmt machte in der Welt. Heutzutage ist die Bergbaustadt verschwunden und es gibt nur noch einige archäologische Überreste, in den Hügeln ausgegrabene Minenschächte und die Erinnerungen an ihre Vergangenheit als Legende sowie viele in Spanien, Peru, Bolivien und Chile vergessene Archive Trotzdem möchte ein Teil der lokalen Bevölkerung dieses Erbe wertschätzen und einige seiner Traditionen retten, um ihre kulturelle Identität zu bereichern.
La Miniera d’Argento Huantajaya di Tarapacá, Cile: la Rotta dell’Argento nelle Ande Centrali Meridionali e ilSalvataggio di Antiche Identità Minerarie e Tradizioni Artigianali in Argento.
Astratto
Questo articolo presenta la prima fase di un progetto di ricerca e intervento relativo a Huantajaya, una vecchia miniera d’argento preispanica e coloniale situata nel deserto di Tarapacá, in Cile; e come le comunità locali stanno lavorando per salvare i valori del patrimonio di questo sito e recuperare la sua importanza simbolica per la storia della regione e della sua popolazione. Migliaia di persone di origini diverse si stabilirono nella miniera d’argento di Huantajaya in condizioni estremamente dure, che crearono una parte essenziale dell’identità culturale di Tarapacá, che era la base dell’industria dei nitrati nel 19 ° secolo che ha reso la regione famosa nel mondo. Oggi la città mineraria di Huantajaya è scomparsa e ci sono solo alcuni resti archeologici, i pozzi minerari scavati nelle colline e il ricordo del suo passato come una leggenda, insieme a molti archivi dimenticati in Spagna, Perù, Bolivia e Cile. Nonostante quanto sopra, alcuni degli abitanti locali vogliono valorizzare questo patrimonio e salvare alcune delle loro tradizioni per arricchire la loro identità culturale.
A Mina de Prata Huantajaya de Tarapacá, Chile: A Rota da Prata no Centro-Sul dos Andes e o Resgate de Identidades de Mineração Antigas e Tradições de Artesanato em Prata.
Resumo
Este artigo apresenta a primeira etapa de um projeto de pesquisa e intervenção relacionado a Huantajaya, uma antiga mina de prata pré-hispânica e colonial localizada no Deserto de Tarapacá, Chile; e como as comunidades locais estão trabalhando para resgatar os valores patrimoniais deste local e recuperar sua importância simbólica para a história da região e sua população. Milhares de pessoas de diferentes origens se estabeleceram na mina de prata Huantajaya em condições extremamente adversas, que criaram uma parte essencial da identidade cultural de Tarapacá, que foi a base da indústria do nitrato no século 19 que tornou a região famosa no mundo. Hoje a cidade mineira de Huantajaya desapareceu e existem apenas alguns vestígios arqueológicos, os poços de mina escavados nas colinas e a memória de seu passado como uma lenda, junto com muitos arquivos esquecidos na Espanha, Peru, Bolívia e Chile. Apesar do exposto, alguns dos habitantes locais querem valorizar este património e resgatar algumas das suas tradições para enriquecer a sua identidade cultural.
Introducción
El territorio de Tarapacá, en el norte de Chile, desde las montañas de los Andes hasta el Océano Pacífico, es parte del Desierto de Atacama, uno de los desiertos más áridos del mundo. Esta región posee un tesoro patrimonial por su diversidad natural, cultural e historia de los diferentes pueblos que la han habitado durante milenios.
Debido a sus características ambientales, el desierto conserva vestigios arqueológicos de ese pasado que en otros lugares desaparecen a través del tiempo. Sin embargo, tales bienes arqueológicos y sitios históricos que la naturaleza conserva son destruidos por nuestra propia sociedad contemporánea, debido a la ignorancia y ambición involucrada en nuestras acciones en el medio ambiente y su cultura material.
Aprender del pasado es la clave para el desarrollo de toda sociedad. La construcción del futuro de cada comunidad es más sólida cuando conserva su memoria, comprende su territorio, sus posibilidades, fragilidades y las diversas identidades culturales de las personas que viven allí. Todos tenemos una responsabilidad ética por su conservación.
Es el patrimonio común que debemos compartir. Es nuestro legado, el cual posee una historia de éxitos y cicatrices que deben ser conservados y comprendidos.
Los últimos 500 años de Tarapacá han sido intensos en procesos históricos y económicos, los cuales han cambiado el modo de vida de las comunidades que durante cientos de generaciones se adaptaron a las características ambientales extremas de dicho territorio. Los primeros habitantes indígenas lograron establecer en la costa desértica comunidades de pescadores, cazadores y recolectores, nombrados por los arqueólogos como la «Cultura Chinchorro», las cuales desarrollaron las primeras prácticas de momificación artificial hace 9.000 años y mantuvieron su forma de vida durante milenios.
Otras comunidades, hace unos 2.000 años, fundaron aldeas agrícolas en los valles y oasis del interior, después de un largo período de recolección y experimentación para domesticar algunas plantas locales, y recibir algunos cultivos ya domesticados en territorios aledaños por otros pueblos. A través de generaciones tales comunidades organizaron un sistema económico que fue capaz de aprovechar e intercambiar los productos de cada piso ecológico, desde los lejanos Andes orientales, los bosques tropicales, los Andes del altiplano, los pequeños valles de los Andes Occidentales, hasta las tierras desérticas, en la costa del Océano Pacífico.
Muchas de las comunidades que vivían en estos diversos territorios ecológicos enviaron pequeñas colonias familiares para establecerse muy lejos de sus aldeas originales, para proveerse de los productos que no tenían en sus propios ambientes, creando así rutas para el comercio y el intercambio de personas e ideas. Este proceso cultural, social, religioso y económico específico del área andina, a través de generaciones, fue la base principal para crear los primeros Estados de los Andes Centrales del Sur en las tierras altas como Tiwanaku y posteriormente el Imperio Inca, antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI (Murra, John 2004).
La conquista española cambió drásticamente este proceso milenario e impuso un nuevo orden político, social y económico tanto en los Andes como en Tarapacá. Los recursos y comunidades de los territorios fueron explotados en beneficio de unos pocos conquistadores y en favor del sistema mercantilista y sus estructuras de poder del Imperio Colonial Español.
Al comienzo de la conquista, el territorio de Tarapacá parecía no tener las riquezas de otros lugares excepto su importancia estratégica en las comunicaciones entre Perú y Chile, y desde el altiplano hasta el Océano Pacífico.
Sin embargo, el desierto tenía su tesoro escondido: la mina de plata de Huantajaya cerca de la costa de Tarapacá, que era conocida antes de la llegada de los españoles y más tarde explotada en diferentes períodos en la época colonial y republicana.
La Mina de Plata de Huantajaya desde el Pasado Hasta el Presente
El antiguo asentamiento minero de plata de Huantajaya, situado en la periferia de la actual ciudad de Alto Hospicio, fue explotado al menos desde el período Inca, lo que posiblemente motivó el sacrificio y la ofrenda de dos doncellas andinas en la cima del cerro Huantaca cerca de Huantajaya, como parte del sistema de integración económica, religiosa y política del Imperio Inca, en una ceremonia llamada «capacocha» (Cabeza, Angel 1986).
La fama de la riqueza de la mina de Huantajaya llegó a los conquistadores españoles, como la legendaria «Mina del Sol de Tarapacá», cuyo secreto era guardado celosamente por la población indígena. Pero ese secreto fue revelado, y la mina comenzó a ser explotada por los encomenderos y terratenientes españoles de las localidades de San Lorenzo de Tarapacá y Pica, con notable éxito, en diferentes momentos, según la riqueza de las vetas que se descubrieron en los cerros de San Simón y San Agustín de Huantajaya.
La explotación de la plata permitió crear las primeras fortunas de Tarapacá, una agricultura intensiva con nuevos cultivos, asumir el riesgo necesario para el transporte de mercancías a través del desierto y las altas montañas y la creación de diversos oficios, como plateros y otros, que se desarrollaron en una serie de lugares dispersos por toda la región, como San Lorenzo de Tarapacá, La Huayca, Pica, Matilla, Macaya, Quipisca, La Tirana, creando en el siglo XVIII y principios del siglo XIX una ruta de plata, cuyo punto de origen era la mina de plata de Huantajaya.
Durante la época colonial y principios del siglo XIX, la explotación de la plata de Huantajaya, fue el eje de la economía de Tarapacá, siendo considerada por los españoles el “Potosí del Pacífico”, como Hrvoj Ostojic, un investigador de Iquique ha señalado muy bien (Ostojic, Hrvoj 2019).
Pero esta historia es desconocida para la mayor parte de la población de Tarapacá hoy en día, aunque la mina de plata se trabajó parcialmente hasta principios del siglo XX, cuya historia está registrada en manuscritos antiguos, documentos, fotografías y la presencia de los vestigios materiales de esta actividad minera, que permanecen en su lugar a pesar de su destrucción superficial y el vandalismo.
Las principales riquezas de Tarapacá, en la época republicana peruana y chilena del siglo XIX, fueron primero el guano y más tarde el salitre. Muchos miles de personas llegaron de Perú, Bolivia, Chile y de todo el mundo para trabajar en su extracción. La población aumentó y el pequeño pueblo de Iquique se transformó en el puerto marítimo más importante de Tarapacá. La explotación del guano y el salitre dejó importantes sitios patrimoniales en el territorio, documentación y memoria colectiva, debido su cercanía a nuestro tiempo.
Este rápido proceso económico cambió la organización social y creó nuevas tradiciones culturales, mezclando lo antiguo con lo nuevo. Esa riqueza también motivó una guerra entre Perú, Bolivia y Chile en 1879 que Chile ganó, incorporando después a su territorio nacional Antofagasta, Tarapacá y Arica, que pertenecían a Bolivia y Perú hasta entonces.
Rescatar la mina de plata y las ruinas de Huantajaya del olvido es el gran objetivo del proyecto que estamos trabajando ahora. Varios investigadores propusieron este desafío y trabajaron en ello por años, como Horacio Larraín y Víctor Bugueño, como también los líderes comunitarios Patricia Fuentes, Jorge Reyes y Patricia Briones, junto a instituciones entre las que se encuentra el municipio de Alto Hospicio -ciudad en la que se ubica el sitio histórico-, la Universidad de Tarapacá de Iquique, la recién creada Fundación para el Desarrollo Turístico y la Conservación del Patrimonio (CORDETUR) y el propio Gobierno Regional de Tarapacá, las cuales están colaborando en este proceso.
Los Valores Patrimoniales de Huantajaya y la Ruta de Plata de Tarapacá
Huantajaya cuenta con un valioso patrimonio arqueológico, histórico, geológico, paisajístico e inmaterial que debe ser protegido, preservado y reconocido como un sitio patrimonial especialmente importante de Tarapacá, el cual está en proceso de ser declarado monumento nacional. Además, este sitio puede ser un importante recurso cultural, identitario y turístico de Tarapacá, si está bien protegido y gestionado por la comunidad local.
Para ello debemos obtener toda la información científica sobre el sitio y la historia de la plata en Tarapacá y en los Andes, recordando que la explotación de la plata de Huantajaya activó toda la economía regional en varios períodos (Colleen Zori y Peter Tropper 2010). Es interesante destacar que mientras la actual ciudad de Iquique era una localidad de poco más de un centenar de habitantes a principios del siglo XIX, Huantajaya era un pueblo minero que tenía entre dos y tres mil habitantes trabajando en las minas y los servicios relacionados con ella.
Al mismo tiempo Huantajaya fue uno de los factores claves para el desarrollo de San Lorenzo de Tarapacá y Pica, los pueblos más importantes de Tarapacá entonces. Debido a que no había agua ni madera en Huantajaya, el mineral plata tuvo que ser transportado a lugares de la Pampa del Tamarugal, como Carmen de la Tirana, Pozo Almonte, San Pablo de la Rinconada, Pozo del Rosario, Pozo de Guagama, y lugares de los valles como Tilivilca y otros, donde la plata se producía gracias a los pequeños bosques de tamarugos y la existencia de agua para la molienda y hornos de fundición.
Después de este proceso, la plata era transportada en largos viajes a Carangas, Potosí, Arica y posteriormente por mar a Lima. Sin embargo, parte de la plata era contrabandeada a la costa de Tarapacá para no pagar los impuestos coloniales (Gavira, María Concepción 2005; Donoso, Carlos 2008; Mukerjee, Anil 2008).
La explotación de la plata en el desierto de Tarapacá tuvo sus ciclos de bonanzas y agotamiento de sus vetas.
Al principio, en la época prehispánica y en las décadas iniciales de la época colonial española, las rocas con alta concentración de plata fueron encontradas cerca de la superficie y llamadas por los mineros «papas». Pero más tarde, los mineros cavaron galerías profundas de cientos de metros de extensión, donde trabajaron en condiciones extremadamente difíciles, la mayoría de ellos indios, esclavos negros y mulatos, y mestizos (Hidalgo, Jorge 1985).
Algunos inmigrantes chinos, a mediados del siglo XIX, también trabajaron como mineros en dicho asentamiento.
Huantajaya no fue la única mina de plata trabajada en Tarapacá y debemos mencionar otros dos lugares como Santa Rosa y Chanabaya, que también fueron minas importantes en algunos períodos. Hemos olvidado en la historia de la plata de Tarapacá, el esfuerzo y las penurias de los miles de hombres y mujeres que allí trabajaron. Debemos recordarlos hoy.
Al mismo tiempo, debemos reconocer que esta experiencia de exploración, trabajo, tecnología y adaptación a la vida en el desierto, en la época colonial, fue especialmente importante para el desarrollo inicial de la explotación del salitre en el siglo XIX.
Esta última actividad minera también creó fortunas y movió a personas de diferentes partes del mundo a establecerse en el desierto, cuya historia específica ha sido estudiada durante muchos años por el historiador regional Sergio González, a través de documentos históricos y las historias de vidas de los mineros, quienes desarrollaron una identidad cultural especial y se llamaron a sí mismos como «pampinos» (González, Sergio 2002).
Varios investigadores chilenos y extranjeros han rescatado valiosos documentos que testifican el pasado de las minas de plata en el desierto. La lista es larga: Sergio Villalobos, Jorge Hidalgo, Carlos Donoso, Alberto Díaz, Luis Galdames, Pablo Guerrero, Anil Mukerjee, Colleen Zori, Peter Tropper y María Concepción Gavira, entre otros. Sin embargo, queda mucho por descubrir en archivos antiguos de muchos países.
Sin embargo, la tarea más urgente es proteger a Huantajaya y otros lugares asociados a su historia minera, que están sujetos al deterioro, las graves amenazas de nuevas actividades que destruyen su patrimonio, que debemos enfrentar ahora.
El Proyecto Huantajaya
El presente proyecto estableció tres líneas principales de acción: investigar, recopilar y sistematizar la información existente sobre el sitio del patrimonio de Huantajaya y la historia de la actividad minera de plata en la región; promover la valorización del sitio, sensibilizando al público sobre la importancia de su conservación y significado; y finalmente estableciendo un plan para su gestión e incorporarlo creativamente al sector cultural, rescatando el oficio de platería y promoviendo el turismo de Tarapacá a través de una ruta de plata que conectará Tarapacá con Oruro, Potosí y Sucre en Bolivia, y de vuelta a Arica en Chile, contribuyendo así al desarrollo integral de la región y transfiriendo información clave a las comunidades locales para recuperar su patrimonio material e intangible.
Tales líneas de acción incluyen la preparación de un informe de patrimonio consolidado sobre los valores históricos, arqueológicos, geológicos, ambientales, económicos e inmateriales de Huantajaya; la elaboración de un plan director y la creación de una institución que administre el sitio histórico; la implementación de un programa piloto para la formación de plateras y plateros de Tarapacá; organizar talleres de patrimonio para profesores, estudiantes, guías y operadores turísticos; elaboración de una propuesta que identifique los principales hitos y servicios asociados a la ruta de la plata en Tarapacá; y por último, realizar un seminario de investigación y una publicación digital sobre Huantajaya y la plata de Tarapacá.
Este proyecto durará 18 meses en su primera etapa, pero ya hemos realizado algunas investigaciones y actividades para promover la sensibilidad pública en las comunidades y autoridades locales.
El patrimonio cultural inmaterial al servicio de las comunidades
El pueblo y asentamiento minero de Huantajaya fue abandonado progresivamente a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Los mineros se trasladaron a Iquique y otros pueblos del interior y la costa, pero la mayoría de ellos fueron a trabajar en la industria del salitre y sus actividades asociadas.
Las personas que trabajaban en Huantajaya y en la producción de la plata durante generaciones siempre estuvieron conectadas con la población de Tarapacá. La mayoría de esta gente estuvo involucrada en un proceso social que creó una cultura del desierto con su propia identidad, con influencias indígenas, hispanas, africanas y de los inmigrantes de diferentes países. Su conocimiento en la minería de plata fue particularmente útil en los inicios de la industria del salitre en el siglo XIX.
De esta manera, durante la época colonial y republicana, las personas que trabajan en este territorio mezclaron tradiciones y creencias, creando una nueva forma de vida y cultura en los pueblos del desierto de Tarapacá, relacionados con la plata primero, después con el guano y la industria del salitre, y en los lugares donde excavaron pozos de agua.
Así, a través de generaciones, las antiguas creencias religiosas indígenas se unieron con las cristianas y las tradiciones mineras, creando nuevas expresiones que se aprecian en las fiestas religiosas, en la música, bailes, máscaras rituales y vestimentas tradicionales hasta el presente.
Uno de los lugares más famosos que representa esta tradición cultural y religiosa mestiza es la fiesta religiosa de La Tirana, que tiene lugar en un pueblo que nació gracias a un antiguo pozo de agua en medio del desierto, en donde se fundía una parte de los minerales de plata procedentes de Huantajaya. En dicho lugar se construyó un santuario a la Virgen del Carmen donde se realiza dicha festividad, que es la principal de Tarapacá y el norte de Chile, a la cual cada 16 de julio asisten alrededor de 300.000 personas.
Según las creencias populares, este lugar está relacionado con una vieja leyenda de una princesa indígena que se enamora de un portugués en la época de la conquista española, por lo cual ambos fueron sentenciados a muerte por los indígenas.
La celebración religiosa de La Tirana es un ejemplo de sincretismo religioso de antiguas tradiciones indígenas relacionadas con la «Pachamama» o la «Madre Tierra» con las creencias católicas sobre la virgen (Núñez, Lautaro 2004).
Los historiadores regionales Paulo Lanas y Alberto Díaz están estudiando estos primeros pozos de agua en el desierto, como lugares donde las personas que trabajaban en las minas de plata y salitre, visitaban con frecuencia y tenían relaciones sociales con el resto de población de la región, lo que hizo posible crear esta identidad cultural del desierto de Tarapacá, donde el religioso, la revitalización y la mezcla de tradiciones antiguas y de nuevas expresiones están presentes hasta ahora a nivel popular.
Por otro lado, las investigaciones de campo recientes del autor de este artículo en el sitio de Huantajaya, plantean nuevas preguntas relacionadas con los orígenes de este complejo proceso de sincretismo religioso. Como hemos dicho anteriormente, en los primeros años de la conquista española de este territorio, los españoles recibieron información sobre la existencia cerca de la costa de la «Mina del Sol de Tarapacá», la cual había sido fue explotada por los incas, descubriendo así la mina de Huantajaya. En 1976 se descubrió por accidente en un lugar próximo a la cima del cerro Huantaca, cerca de Huantajaya, el entierro de dos doncellas andinas de la época inca. Todos los rasgos y el lugar señalan que esto fue parte del sacrificio ritual llamado «Capacocha». ¿Por qué esta ceremonia se llevó a cabo en este lugar? y ¿para qué?
A lo largo de los Andes, las comunidades indígenas consideran a los cerros y montañas como lugares sagrados, siendo parte central de sus creencias religiosas hasta el presente.
Este sistema ideológico no puede entenderse sin el sol, la luna, las estrellas, el océano, los manantiales y los ríos, cuyas aguas dan fertilidad a la tierra. En su cosmovisión, la integración de todos estos factores explica el origen de los pueblos indígenas de los Andes.
Esta ideología, que une a los seres humanos con la naturaleza, ha mantenido ciertos rituales e incorporado otros a lo largo del tiempo, debido a los procesos de conquista, colonización y sincretismo religioso durante cinco siglos.
Sin embargo, parte del significado y los rituales celebrados en muchos lugares se han perdido, aunque algunas comunidades, que tienen este antiguo sustrato religioso, han recreado nuevos relatos y ceremonias debido a la influencia de la iglesia católica.
Observando la posición del sol sobre los cerros de Huantajaya y Huantaca, descubrimos que el sol, en la puesta del solsticio de invierno, se encuentra en la cima del cerro de San Agustín de Huantajaya y luego en la cima del cerro Huantaca.
El primero es el punto más alto de la mina de plata, el segundo es el punto más alto para observar el Océano Pacífico y el lugar donde se encontró un sitio ceremonial de la época inca que también está próximo a una antigua ruta para llegar a la costa de Iquique.
Estas relaciones seguramente fueron claves para las ceremonias religiosas realizadas en ambos lugares. Por otro lado, además registramos en diciembre del año 2019 que la luna llena apareció en la cima del cerro Huantaca visto desde la costa de Iquique, a lo cual debemos agregar la salida del sol en el solsticio de verano en dicho cerro visto desde el centro de Iquique. Observando la posición del sol sobre los cerros de Huantajaya y Huantaca, descubrimos que el sol, en la puesta del solsticio de invierno, se encuentra en la cima del cerro de San Agustín de Huantajaya y luego en la cima del cerro Huantaca. El primero es el punto más alto de la mina de plata, el segundo es el punto más alto para observar el Océano Pacífico y el lugar donde se encontró un sitio ceremonial de la época inca que también está próximo a una antigua ruta para llegar a la costa de Iquique. Estas relaciones seguramente fueron claves para las ceremonias religiosas realizadas en ambos lugares.
Por otro lado, además registramos en diciembre del año 2019 que la luna llena apareció en la cima del cerro Huantaca visto desde la costa de Iquique, a lo cual debemos agregar la salida del sol en el solsticio de verano en dicho cerro visto desde el centro de Iquique.
Debemos tener presente que para los pueblos andinos la plata, la luna y el océano estaban relacionados con el género femenino y las dos niñas sacrificadas en la cima del cerro Huantaca próximo a la mina de Huantajaya deberían estar relacionadas con tales creencias religiosas. Estos hechos deben ser estudiados y explicados muy bien, entregando esta información a los pueblos indígenas de la región y a las comunidades locales, colaborando así en su proceso de conocer sus antiguas tradiciones para revitalizar su identidad cultural y que realicen su propia re interpretación.
Conclusión
Algunas generaciones pueden olvidar y perder parte de su patrimonio material e inmaterial, pero a veces las relaciones básicas y algunos vestigios persisten en el territorio, los cuales gracias a la investigación y con la ayuda de las comunidades podemos rescatarlo de nuevo y devolverlo a la gente para su propia interpretación y recreación.
Un ejemplo de este proceso es el trabajo de los voluntarios patrimoniales de la ciudad Alto Hospicio, grupo integrado principalmente por mujeres y jóvenes, que restablecieron la costumbre de visitar los cementerios olvidados de Huantajaya y poner en las tumbas flores de metal hechas por ellos. Ellos son el futuro del sitio y harán que más personas se interesen en la conservación de este patrimonio.
Por otro lado, el proyecto Huantajaya tiene dos ideas fuertes que pueden contribuir al desarrollo regional y a la identidad cultural de Tarapacá dentro del área andina. La primera es establecer una ruta de la plata en Tarapacá creando nuevos vínculos culturales, sociales, económicos y turísticos con Bolivia y Perú.
La otra idea es recuperar el conocimiento de las antiguas tradiciones plateras casi olvidadas en Tarapacá. Debemos rescatar esta práctica artesanal para los jóvenes, para que puedan producir objetos de plata con diseños antiguos y nuevos inspirados en sus tradiciones y creatividad, dando a la gente local beneficios económicos, para que puedan sentirse más orgullosos de su cultura. De esta manera, muchas personas y autoridades comprenderán que poner en valor el patrimonio es especialmente útil.
El proyecto Huantajaya tiene por cierto metas ambiciosas, especialmente en el contexto en que Chile y la región de Tarapacá están viviendo ahora con la pandemia y los problemas políticos, pero no imposibles de lograr, si se integran las voluntades necesarias.
Tarapacá es un territorio que conserva un inmenso y diverso patrimonio, situado en ambientes muy diferentes y extremos. Parte de este patrimonio son las Oficinas Salitreras de Humberstone y Santa Laura, las cuales han sido reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, pero hay más lugares con patrimonio tangible e intangible de igual importancia, que debemos rescatar para la identidad cultural y el desarrollo de Tarapacá y su gente. El antiguo asentamiento minero de plata de Huantajaya es uno de ellos.
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